El mate sagrado
- Matías Pay
- 21 jul
- 4 Min. de lectura

En un mundo hiperconectado, conseguir yerba para tomar mate no es difícil. La mirada de los europeos sobre esta tradición rioplatense y un negocio extraordinario en manos de una familia de inmigrantes.
Como si se tratara de la sagrada comunión de una misa, esa ceremonia de la toma de la hostia en el catolicismo, seguí el rito al pie de la letra. Sobre un mantel blanco puse el termo con agua caliente. Luego, cargué el mate con yerba y lo sacudí brevemente para eliminar el polvillo. Cebé con cuidado un poco de agua sobre un costado, para que la mitad de la yerba permanezca seca. Esperé, sin apuro, que la yerba se hidratara. Luego, introduje la bombilla levemente inclinada en el área húmeda tapando su punta con mi dedo pulgar para evitar que el polvillo obstruya la correcta entrada de agua. Y como si todas estas acciones basadas en la física y en la tradición no fueran suficientes, con mi dedo índice de la mano izquierda rasqué la base del mate y en mi mayor acto de fe cotidiano, recé: “Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este mate, fruto de la yerba y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros bebida de salvación. Por favor, no te tapes”.
Los europeos no entienden que un grupo de personas compartan una misma bombilla para una bebida –o infusión- que se va consumiendo de a sorbos, con agua caliente, sin importar si hace frío o calor. Aunque ya es usual ver a rioplatenses con sus termos y mates en las playas y plazas de Italia y España y que Messi haya publicado en sus redes sociales infinidad de fotos tomando mate, no deja de ser una rareza ante la mirada del europeo.
Amanda domina el mercado de exportación de yerba mate.
Llegamos a Italia con un kilo de yerba en la valija, envuelto como si fuera el tesoro más preciado. Y cada cebada se convertía en una ceremonia de disfrute y regocijo. No es difícil conseguir yerba, hay miles de páginas web que la venden y la envían a los rincones más inhóspitos del planeta. Lo difícil es conseguirla a un precio justo. Por eso, hasta que encontramos un supermercado en el pequeño pueblo de Furnari que vendía medio kilo de yerba marca Amanda a 4,65 euros (unos 6.700 pesos argentinos), sólo nos faltó secar la yerba al sol.
Amanda es una de las 5 marcas más vendidas en Argentina, pero lidera con holgura la lista de yerbas vendidas en el exterior. En 2021 envió 12 mil toneladas a otros países, lo que significó el 40% de su producción.
Y, como no podía ser de otra manera, fueron inmigrantes quienes crearon la empresa.
La historia oficial cuenta que, a comienzos del 1900, Julián Szychowski y su esposa Carolina llegaron al hotel de inmigrantes de Buenos Aires tras un largo viaje desde Borszcow, Polonia. Ahí se apersonó Juan José Lanusse, gobernador de Misiones, quien les ofreció a los colonos una porción de un territorio de 40.000 hectáreas. Julián, que tenía oficio de molinero, eligió un espacio en la zona hoy conocida como Apóstoles porque tenía un arroyo y pensó instalar ahí su propio molino.
La familia se dedicó al negocio agrícola a través del cultivo de maíz, arroz y porotos. El patriarca de la familia construyó su molino con el que elaboraba 50 kilos de harina de maíz por hora. El hijo del matrimonio, Juan, se hizo cargo de la empresa en 1923 y para diversificar la cosecha decidió plantar 15 hectáreas de yerba mate. Al principio las vendía a granel en bolsas de 50 kilos las cuales llevaba en tren a Buenos Aires y Rosario donde luego se envasaban.
Cuando la tercera generación de la familia se hizo cargo de la empresa, allá por 1970, rompió con la tradición artesanal, incorporaron tecnología, adaptaron los procesos a los nuevos tiempos y reemplazaron los nombres de sus yerbas Aroma y La Cachuera por Amanda, en homenaje a la actriz Amanda Ledesma, muy popular en la época.
Con la cuarta generación familiar las ventas se orientaron hacia el exterior, donde el mate va ganando adeptos.
Sin embargo, más allá de lo que podíamos creer, el mercado europeo es bastante marginal a pesar de la enorme cantidad de argentinos y uruguayos que habitan este suelo. El principal comprador de yerba mate es Siria, lugar en donde el mate se popularizó en los últimos 15 años porque se acomodó a sus rituales comunitarios. El 77% de las exportaciones totales de Argentina van dirigidas a ese país de Oriente Medio.
¿Sabías que el 77% de las exportaciones de yerba argentina tiene como destino a Siria?
En España el gran ganador de las góndolas en los supermercados también es la yerba Amanda, principalmente porque es la única marca que se vende en los supermercados Mercadona, empresa que domina el sector con el 26,6% del mercado, muy por encima de sus competidores. En la península ibérica el precio por el medio kilo es más barato: 2,89 euros (unos 4.600 pesos argentinos).
Pero no sólo estamos forzados a consumir Amanda. En ciudades y pueblos hay muchos otros supermercados que ofrecen una gran variedad de productos latinos entre los que se encuentran paquetes de medio kilo de yerba de marcas como Rosamonte, Taraguí, Playadito y Canarias. Pero eso sí, los precios suelen estar por encima de los 5 euros.
El mate, bebida nacional y ritual social que los argentinos llevamos con orgullo a donde estemos. Es parte de nuestra religión.
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