Chau
- Matías Pay
- hace 6 días
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Actualizado: hace 5 días

Hay muertes que nos interpelan, que nos ponen de frente a nuestra propia existencia. La de Oscar Labró es una de ellas.
A principios de julio se estrenó en los cines de España la película “Las aventuras de Dog Man” y apenas vi el tráiler pensé en enviarle un mensaje a Oscar Labró, reírnos un rato y especular con que alguien nos había robado la historia.
Resulta que en el 2010 publicamos el semanario “UNO X SEMANA” donde trabajaba gente muy talentosa como Octavio Gómez, Luis Felker y Cecilia Palacios, entre otros. Y si bien Oscar (o “Pata” como lo apodábamos quienes lo conocimos en su etapa previa a ser Juan Chavetta) no participaba en el día a día de la redacción, como pertenecía al staff de ZND Branding (empresa que sostenía el proyecto) solía colaborar con alguna ilustración o diseño.

A Gavino Calvo (otro entusiasta colaborador y mi alter ego), se le ocurrió crear una historieta sobre un nuevo súper héroe. Resumiendo, un joven era mordido por un perro callejero cuando circulaba en bicicleta por Justa Lima, a raíz de ese acontecimiento sufrió una serie de cambios físicos y se convirtió en Dogman. Una vez sobrepasada la traumática etapa inicial entendió que su nuevo poder debía ser usado para hacer el bien en una ciudad corrompida.
Primero, Chavetta rechazó ser el dibujante de la historieta porque ya comenzaba a tener mucho trabajo como ilustrador. Pero como no sabía decir que no y, además, era un niño en un cuerpo de adulto y lo que más le gustaba era jugar… jugamos. La historieta se publicó 12 semanas, hasta que la revista cerró.
La última vez que lo vi fue en una feria en el Parque Urbano. Junto a su señora e hijo tenían un stand en donde vendían cuadros, tazas, cartucheras, lapiceras y todo tipo de productos con sus dibujos, pero sobre todo de su personaje más popular, Puro Pelo. Tenía un brazo vendado porque unos minutos antes caminaba tranquilo por la vereda pero un perro había sacado su mandíbula de manera inesperada por las rejas de una casa y lo había mordido. Pese a lo sucedido, no había perdido el humor, le dije que se convertiría en Dogman, nos reímos un rato, hablamos de nuestros fantasmas (los de él no lo dejaban dormir a la noche y los míos no me dejaban disfrutar del día) y nos despedimos con un abrazo.

A principios de agosto desperté una mañana y, como es habitual mientras tomo un café, leo las noticias y reviso las redes sociales. Allí encontré que Puro Pelo despedía a Juan Chavetta, que León despedía a Oscar. Luego me enteré que estaba enfermo, maldije a ese maldito cigarrillo que siempre estaba en su mano y me arrepentí de no haberle llamado ante el estreno de “Las aventuras de Dogman”, de haber dejado pasar esa señal que el destino, Dios o quien sea me estaba enviando. Nos habríamos reído, hubiéramos concluido que Dav Pilkey nos robó la idea (nuestro Dogman es de 2010 y el del yanqui es de 2016, aunque se trata de un spin off de “El capitán en pañales”, creado muchos años antes). También hubiéramos recordado los años en la redacción del diario El Pueblo, sus ilustraciones para el suplemento joven y hasta cuando inventaba el horóscopo que se publicaba al día siguiente. De las horas compartidas en ZND (yo era un espectador de lujo mientras él dibujaba y Gómez tocaba el ukelele) y cómo jugaba y enseñaba a dibujar a mis hijas -que en ese entonces tenían 4 y 6 años- mientras yo me hacía el serio escribiendo notas sobre actualidad.
Y nos habríamos despedido.
No le gustaban los elogios y hasta se sentía incómodo cuando alguien celebraba su talento. Las incontables muestras de cariño y respeto de las últimas semanas lo habrían avergonzado. Y lo que lo hacía gigante es que no tenía una idea inflada de su propia importancia. Era tremendamente humilde, modesto, tímido y sin ego.
Vivimos aunque sabemos que vamos a morir y la muerte ajena nos hace enfrentar a la propia. Debería ir amigándome con la muerte. Aceptar que se trata del proceso natural de la vida. Que es inevitable. Que en el camino disfrutamos amores, amistades y pasiones, que también padecemos odios y frustraciones. Que la pelea que debemos dar es contra el olvido. Y esa lucha el “Pata” la ganó por goleada.

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